"Manos frías"

Era la quinta vez que Alicia y su familia se mudaban a otra ciudad.
Sus padres, frívolos, adinerados, dueños de una gran empresa; estaban acostumbrados a los grandes cambios, a dejar su antigua vida y a empezar una nueva en cuestión de días. Sin embargo, apenas tenían tiempo para atender a su única hija.
Alicia solo deseaba un lugar, o alguien a quien llamar hogar. Siempre andaban de aquí para allá. Tal vez por eso mismo no tenía amigos ni encajaba en ningún instituto. Tal vez por eso se sentía tan perdida.
Siempre que cambiaba de aires, buscaba el lugar más alto al que pudiera llegar. Normalmente se subía al tejado de su nueva casa. Le gustaba estar a solas mientras contemplaba el horizonte, las nubes o a la gente pasar de un lado a otro sin que se percataran de que estaba allí arriba. Para ella era un momento mágico donde por unos minutos, se encontraba con ella misma y se sentía viva.

Anocheció. Después de cenar, Alicia se fue a su dormitorio. Necesitaba descansar después de un día tan ajetreado desembalando cajas y cajas.
Justo antes de dormirse pensó, "esta vez será diferente".

Era su primer día en el nuevo instituto. Alicia abrió la puerta de su clase y vio a los que serían sus compañeros durante unos años hasta que se graduase.
Se sentó en primera fila, dejó su mochila y sacó un bolígrafo y una hoja. El profesor aún no había llegado. Por un instante Alicia se quedó ensimismada. Aquella clase parecía un gallinero, pero todas esas voces quedaron en un lejano susurro... hasta que Salvador, un compañero suyo la despertó de aquel trance en el que estaba y se presentó.
Agitó su mano delante de su cara.
"Hola"
"Perdona"
"No pasa nada, soy Salva, ¿eres la nueva, no?
Dijo él con una sonrisa.
"Eso parece..."
" ¿Cómo te llamas?"
" Alicia"
"Encantado Alicia, me siento aquí a tu lado para ayudarte en lo que necesites"

Alicia parecía no oír lo que Salva le decía, pues se quedó mirando a sus compañeros de clase, que por las miradas que la echaban, no parecían muy entusiasmados con su presencia.

" No te preocupes, son inofensivos"

Llegó el profesor y con él el comienzo de la clase. Le hizo un gesto a Alicia para salir a la pizarra y presentarse. Sin apenas abrir la boca, se escucharon las primeras risas. Y en ese momento, estalló todo.
Pasaron los días, las semanas, los meses, los años... ya no solo eran burlas en el pasillo; los golpes que recibía en el baño iban siendo cada vez más frecuentes. Antes recibía llamadas de amenaza tres veces a la semana, ahora todas las noches. Además las continuas risas y los falsos rumores sobre ella seguían circulando como si nada.
Nadie parecía darse cuenta de todo lo que estaba pasando, ni siquiera Salva su único amigo, a quien más de una vez le intentó contar todo aquello, pero a la hora de hacerlo, se echaba para atrás y terminaba diciendo que había tenido un mal día.
Descartaba la opción de contárselo a sus padres, pues lo más seguro es que estuvieran demasiado ocupados con su trabajo y simplemente respondieran "son cosas de adolescentes"
Estaba sola. Se sentía sola.
Era un cúmulo de situaciones que Alicia no podía seguir aguantando, así que decidió volver a encontrase con ella misma.
Solo conocía un sitio donde poder hacerlo, pero esta vez quiso llegar más alto que nunca. Subió a la azotea de aquel infernal edificio y se sentó al borde con los pies colgando hacia el vacío.
Aquellas nubes que solía ver le parecían más bellas que de costumbre, incluso tenían la forma de algunas personas a las que quería mucho, pareidolia le llaman a este fenómeno. El sol apenas la permitía contemplar aquel horizonte que tanto le gustaba ver, sobre todo al atardecer...
Una lágrima recorrió su mejilla.
Sin despedirse de nadie, se dejó caer.
" esta vez será diferente" pensó.
Y cerró los ojos para jamás volver a ver. NLR

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